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sábado, 31 de agosto de 2013

RETRATO A JOSÉ GONZALEZ UREÑA (MI TIO PEPE)


Verano 2013:
Fallece mi tio Pepe.

Invierno 2005
A mi tio Pepe le diagnostican Alzheimer

Primavera 1984
El tío Pepe me regala mi segunda guitarra española (la primera me la regalan mis padres a los ocho años).

Veranos de la década de los 70:
El tío Pepe, casi todos los días, a las nueve en punto de la mañana, reúne a los cuatro hermanos en su cama (mi tía ya anda a esas horas organizando la casa) y nos cuenta chistes y cuentos durante una hora.

Invierno 1973:
El tío Pepe me propina una buena azotaina el día que, con tres años, decido lanzarme a la piscina sin saber nadar.Ya os podéis imaginar: el agua verde, cubierta de hojas, un frío que pela. El tío oye el chapoteo, corre hasta el borde de la piscina y, obviamente, sin pensárselo un segundo, se lanza de cabeza para salvarme la vida. Recuerdo su cara de horror-pánico mientras me planta los azotes.

Fin de año 2011:
Coincido con mi tía y mi tío Pepe en la celebración familiar de fin de año. 
Lo primero que me suelta nada más verme es: "yo a usted le conozco de algo ¿no?". 
Y tiene razón, claro que me conoce, 
aunque no me reconozca.

Te quiero, Tío.

jueves, 15 de agosto de 2013

RETRATO A EMILIO BUALE

Emilio es un pedazo de hombre talentoso, culto, sensible, trabajador, elegante, guapo, buen amigo de sus amigos, y paro porque podría seguir y me faltaría espacio. He tenido el placer de trabajar a su lado, durante muchos meses en el montaje teatral "De Ratones y hombres" dirigido por el maravilloso Miguel del Arco, y puedo aseguraos que este hombre se deja sobre el escenario todo lo que tiene y más.
Emilio es un actor absolutamente entregado a su oficio; si algo le cuesta, no parará de ensayar y ensayar hasta mejorarlo. Todavía recuerdo su (Crooks), recuerdo su rostro repleto de sudor con los ojos abiertos como platos y temblando de pies a cabeza, llorando y suplicando, a escasos 5 centímetros de mi rostro, para que yo (Lennie) no le matara. ¿Qué momentos de emoción estremecida, verdad, Emilio?, esos instantes, sobre el escenario, cuando miras a los ojos del otro y lo único que sientes y percibes es la casi absoluta fragilidad del otro, que en el fondo y en la superficie, es la misma fragilidad que la tuya.

Gracias, amigo, por consolarme el alma sobre el escenario.

Te quiero, Emilio.

RETRATO A JAVIER GUTIERREZ

Invierno del año 2000. Alberto San Juan propone a los integrantes del grupo teatral "Animalario"  trasladarnos un fin de semana a la casona familiar que sus padres poseen en el pueblo de Cañamares (un municipio de la provincia de Cuenca con 550 habitantes) para comenzar a ensayar el nuevo espectáculo que tenemos entre manos llamado "Tren de mercancías huyendo hacia el Oeste". Buena propuesta. Toda la troupe (actores, director, ayudante de dirección, y escenógrafa), viaja el siguiente fin de semana a Cañamares.
Al llegar a la casona, Alberto San Juan nos suplica: "Chicos, cuidemos la casa, por favor". Ok.

Nos instalamos. Cada miembro del grupo se reparte por las habitaciones. Javi y yo dormiremos juntos (la cama, de madera vieja y ajada por el tiempo, además de ser una auténtica reliquia, es enorme). Ok.

Después de la opípara comida, llegan los postres y las copas (Alberto nos deleita con algunas copitas de Pacharán y algún que otro whisky). Terminada la comida y la bebida, recogemos la mesa, apartamos cuidadosamente los muebles del salón, y comenzamos el ensayo. Son las cinco de la tarde. A las diez de la noche, Andrés Lima, da por terminado el ensayo. Satisfacción. Ha sido un ensayo realmente fructífero. Ok.

Recolocamos los muebles dispersos por el salón y nos disponemos a cenar en la mesa sobre la que hace unos instantes reposaban las cosas del director (papeles, notas sobre el ensayo, y seguramente, su corazón). Cenamos y las botellas de Pacharán y whisky vuelven a volar. Son las doce de la noche. Miro a Javier y le digo:

YO: La verdad es que me tomaba otra copita por el pueblo. ¿Te apuntas?

JAVI: ¿Tu crees que hay algo abierto a estas horas?

YO: Ni puta idea, pero podemos explorar a ver que encontramos, -alzo la voz- ¿Alguien se apunta a tomar una copa en el pueblo?.

Todo son caras de sueño y cansancio alrededor de la mesa. Nadie se apunta. Excepto Javi.

YO: Pues venga, tio, nos ponemos algo de abrigo y nos piramos.

JAVI: Dale, una copita y nos volvemos.

Hace un frío que pela. Javi y yo caminamos por las oscuras calles de Cañamares en busca de algún pub en el que tomar algo y charlar sobre el ensayo...o sobre lo que se tercie. Caminamos y caminamos...ni una puta luz. Todo está cerrado.

YO: ¿Qué hacemos tío, nos piramos a la casona o subimos esa cuesta y echamos un último vistazo a ver si encontramos algún pub?

VENGA: Dale, pero si no encontramos algo abierto nos piramos que me estoy quedando pajarito.

Javi y yo subimos la cuesta y un letrero de neón nos guiña los ojos a unos 100 metros. Para allá que vamos.
Ya estamos ante la puerta. El único garito abierto a las doce y media de la noche en Cañamares es un puticlub.

JAVI: ¿entramos?

YO: No sé...bueno, en cualquier caso nos tomamos una copa, la pagamos, nos vamos y ya está. Si nos entra alguna chica le decimos que no hemos ido a "eso" y asunto terminado.

Pues eso, que entramos.
El garito es terriblemente oscuro. Suena una bachata.

Pedimos una copa en la barra y no pagamos porque seguimos charlando y pedimos la segunda...y no pagamos porque pedimos la tercera...y de repente Javi vuelve la cabeza y mira a la pareja que está a nuestro lado en la barra. Ella es una chica de largo cabello rubio, joven y atractiva, él es un señor enorme, que viste traje negro, corbatín blanco y zapatos de charol; su cabello es moreno como el carbón, largo y frondoso. Una cicatriz le atraviesa media cara (lo juro, no es broma, esa es la descripción exacta del tipo que abrazaba a esa chica). Como decía, Javi los mira unos instantes, se vuelve a mi y me suelta:

JAVI: ¿Has visto que buena está la chica que está con el mostrenco este de aquí al lado?

YO: Javi, por favor, que nos conocemos, tío. Estamos borrachos como cubas. Déjate de tías y de tios; vamos a pagar y nos vamos.

JAVI: Espérate, no seas tonto, Rober, que no voy a hacer nada, joder...solo voy a hablar con ellos. Te digo yo que esta no se va esta noche con ese pavo.

YO: Javiiiii, por favor...mira, que ese tío da miedo, que se le ve en la cara, que ese tío te pega un navajazo por menos de nada -yo ya no sabía ni que decirle para que olvidara a esos dos y nos fuéramos a un lugar seguro-, Javi, te juro que si se lía a hostias contigo yo paso de meterme. Me escabullo como una rata de cloaca y salgo por patas a la casona. Paso de líos.

JAVI: Jajajajajajaajaja...tu déjame a mi, que yo sé lo que hago.

Me doy la vuelta, me alejo de la barra y decido no seguir mirando.

Mi corazón esta a mil por hora, estoy borracho y tengo miedo. Decido no mirar a Javi y a los otros dos.
Les doy la espalda y me alejo. Sigo apurando mi copa esperando oír algún grito, algún golpe, algo...pero nada, sólo se escucha la música y las voces de los clientes. Y pasan los minutos...
No puedo calcular con certeza, pero imagino que al cuarto de hora aprox, la música cambia. Ya no suena una bachata, está sonando una balada, en concreto un bolero. Juro que en quince minutos no he mirado ni una sola vez en dirección al desastre...pero ya no aguanto más...me doy la vuelta.

La chica rubia sigue en la barra, pero sola. Miro en dirección a la minúscula pista de baile:

Javi y el señor de la cicatriz están bailando el bolero agarrados y con los ojos cerrados. Lo hacen seriamente. Javi tiene la cabeza apoyada en el pecho de ese monstruo de casi dos metros. Están bailando lenta y tranquilamente un precioso bolero de Lucho Gatica.

La canción acaba. Se separan el uno del otro. La escasa clientela aplaude.
Javi y el monstruo se sonrien, se dan la mano y se despiden amistosamente.

YO: ¿Se puede saber qué coño hacías bailando con ese...con ese asesino?

JAVI: Pues no lo has visto, Gilipollas, el tonto, estaba haciendo el tonto.

Son las cinco de la mañana. Javi y yo, en mitad de un ataque de risa, estamos intentando acertar a meter la llave en la cerradura de la casona. Después de varios intentos, lo conseguimos. No podemos parar de reír. Subimos a la primera planta. La voz de Natalie Poza retumba en el silencio de la madrugada: "¡¡¡¡¡Podéis callaos de una puta vez y dejar dormir a la gente!!!!". Entramos a nuestra habitación. Cerramos la puerta. Seguimos riéndonos y peleándonos. En mitad de la trifulca, Javi se encarama a mi espalda y caemos sobre la cama. La cama se va a tomar por culo. El estruendo en toda la casa es aterrador. Las patas que sustentan la parte derecha de la cama se han partido por la mitad y la gigantesca cama a caído, a plomo, sobre la madera del suelo. Se hace el silencio. Nadie llama a la puerta ni se oyen voces en el pasillo. Mañana será otro día.

Gracias, amigo Javi, por tantos años de compañía y risas, por tantas y tantas noches en pueblos oscuros solamente iluminados por el relámpago de tus risas; gracias, por sorprenderme, a diario, sobre el escenario, y sobre lo que no es el escenario; gracias por compartir con nosotros tu alegría durante años en hoteles de mala muerte, en hoteles de cinco estrellas, en trenes, en camionetas, en restaurantes de carretera, en camerinos...gracias, amigo.

Te quiero.


RETRATO A JERO GARCÍA


Marzo del año 2008: llego a "La Escuela de Boxeo" (C/ Hilario Sangrador, 8,  Madrid) para aprender a boxear junto a Jero García. "Urtain", la obra de Teatro que estrenaría el 28 de Septiembre de ese mismo año así lo requería.
Jero me recibe en la puerta de su escuela con una sonrisa de oreja a oreja; al rato empezamos a entrenar, una vez terminado dicho entrenamiento Jero me invita subir a la báscula: 93 kilos... él sigue  sonriendo, y yo, exhausto y al borde de una lipotimia, solo acierto a respirar y respirar con la única intención de no sufrir un desmayo o algo peor. 

Septiembre del año 2008: subo a la báscula después del entrenamiento: 78,80 Kilos. Jero, a mi lado, sigue sonriendo, y yo, exhausto pero sintiéndome más en forma que en toda mi vida...comienzo a sonreir. Esa misma tarde, Jero acude al estreno de la obra teatral  "Urtain". 
El combate es duro pero todos los integrantes de la pelea salimos victoriosos. Al finalizar la función, durante el aplauso, busco desesperadamente, entre el público, la mirada aprobatoria de mi maestro, del hombre que durante seis largos y duros meses me ha enseñado a moverme sobre un ring de boxeo...busco y busco hasta que la encuentro:  Jero, a escasos dos metros de mis ojos, está de pie, aplaudiendo, con la mirada repleta de emoción y orgullo...su pupilo a ganado el combate por K.O técnico.

Agosto del año 2013: subo a la báscula de mi casa: 78,30 kilos...preparo la bolsa de deporte para acudir, como siempre que tengo tiempo libre, al gimnasio de "La escuela de Boxeo". 

Durante 5 años de entrenamiento, jamás he sentido o presenciado el más mínimo gesto violento, o mejor dicho, la más mínima pulsión violenta entre dos compañeros que boxean. Nunca. Desde el primer día, mi amigo Jero, me hizo comprender que en el boxeo, como en la vida, el mejor no es el más fuerte o el más violento, sino el más inteligente, el más rápido, el que más se cuida, el que más entrena, el que, en definitiva, lucha diariamente contra todos los demonios que llevamos dentro para llegar a convertirlos, algún día,  en ángeles que nos conduzcan por el sendero que transitan los "buenos seres humanos".  
En una entrevista que Jero concedió a el periódico "La Razón" en el año 2009 (http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_299441/1391-jeronimo-garcia-hay-mas-nobleza-en-el-ring-que-en-el-parlamento#.UgzESRYf-yw), ante la pregunta del periodista: "¿Crees que el boxeo es bueno contra la crisis?", Jero respondió lo siguiente: "Sin duda. A mi me cura de tristezas y problemas. Hay un dicho mexicano que reza: "Para sentirme vivo, necesito sentirme golpeado", y sin que sirva de precedente voy a rectificar ese dicho por dos razones: A) Porque, desde luego, no estoy de acuerdo, y B) Para aplicarlo a mi amigo Jero.

 PARA SENTIRME VIVO NECESITO SENTIRME QUERIDO. 

Así debe sentirse Jero, porque todo el que le conoce le quiere.

Te lo dije el día de tu cumpleaños y te lo vuelvo a repetir: Gracias por todo lo que haces, por tu lucha, por tu constancia, por ayudarme siempre, por quererme, por estudiar, por sonreír ante lo difícil, por dar clases de perseverancia y humanidad a niños y adultos, por intentar el reto de estudiar Arte Dramático, por tu cinefília, por saber que el mejor no es el que llega sino el que lo intenta, por ser como eres, por intentar, cada día, ser mejor persona.
Te quiero con todo mi corazón, amigo.
Ya estoy deseando verte para volver a darte un abrazo respirado.

sábado, 10 de agosto de 2013

RETRATO A JOSE ANGEL EJIDO

Con Jose Angel trabajé tres años en la serie "Aguila Roja" aunque nuestras escenas compartidas fueron muy escasas (lástima, porque trabajar con un actor tan sutil y relajado es un placer incalculable). Jose Angel es un perfeccionista en general y en su trabajo en particular. Cada cosa tiene que estar en su sitio, cada palabra, cada gesto, cada leve movimiento de los ojos, cada inflexión vocal...si hay un cuadro levemente inclinado en la pared del set  él se dará cuenta y no quedará satisfecho hasta que alguien  recoloque dicho cuadro ajustándolo a la horizontal del suelo; si la seda del cordel rojo que ata o envuelve una serie de cartas tiene alguna mancha o imperfección que él pueda captar, no parará hasta que alguien lo cambie por un cordel reluciente; si el filo de su espada tiene marcas de dedos ya se encargará él de que alguien limpie concienzudamente dicho filo hasta que el mismo reluzca como los chorros del oro...y todo esto tiene un sentido. Lo relatado ocurrió en la primera escena que compartimos juntos en la serie; al principio pensé que José Angel era "excesivamente" meticuloso con todo lo que le rodeaba en el set, llegué a pensar que no se encontraba a gusto como actor...pero a la media hora de rodaje lo comprendí todo: Jose Ángel no estaba a gusto no como "actor" sino como "personaje", es decir, Jose Angel se viste de Cardenal y en cuanto sale del camerino y pisa el plató, piensa, habla, se mueve, y respira como él cree que debe hacerlo un Cardenal...y en mi opinión, siempre acierta. Cuando el Cardenal Mendoza llega a sus aposentos al caer el día, lo primero que hace es admirar la belleza del cuadro que reposa sobre el cabecero de su lecho, si dicho cuadro estuviera ligeramente inclinado él lo enderezaría. Cuando el Cardenal envía una misiva al Rey de España no puede aceptar que dicha misiva vaya lacrada y rodeada por cualquier cordel de tela, sino por el mejor y más caro cordel de seda roja de toda la villa. Si el Cardenal envaina su espada, esta, a diferencia de las espadas de los cortesanos, deberá relucir como un espejo en el que verse y ser visto, etc, etc.

Cuanta razón tienes y cuanto me enseñaste en aquellas pocas horas de rodaje, querido Jose Ángel.
Gracias, compañero, por compartir conmigo tu inabarcable talento.

PD: Olvidaba decir, que Jose Ángel tiene un agudísimo sentido del humor, vamos, que es un cachondo mental como la copa de un pino. 

RETRATO A DAVID JANER

David es suave como el filo de la katana que blande en cada aventura. Su presencia siempre me hace sonreír y respirar tranquilo. David es un buen chico que entre escena y escena (como mi adorada Inma) me hacía sonreír, y eso, dentro de un rodaje, no es ni tan sencillo ni tan usual. Mucha gente (muchísima) lo conoce, o mejor dicho, lo reconoce, por su papel en la serie Aguila Roja, pero David tiene poco que ver con ese hombre humilde y serio, con ese hombre calmado que oculta su heroicidad por las esquinas de los tejados. No. David ríe y bromea casi constantemente, salta y pelea y se remueve como los niños a la hora del recreo, y es buscón y descarado con quién lo abraza. David hace creer a millones de personas que un gris maestro de escuela puede volar por los tejados de la villa en busca de la justicia y el amor, y eso, creedme, casi siempre tiene que ver con ser muy buen actor.

Mi abrazo revoltoso para ti, amigo.

RETRATO A ESTEFANÍA DE LOS SANTOS

Fani parece sacada de alguno de los poemas más dramáticos de Lorca, o de alguno de los más impregnados de borbotones de sangre de Miguel Hernandez. ¿Quieres saber lo que es energía? : ahí tienes a Estefanía de los Santos. ¿Quieres saber a qué huele la potencia?: ahí tienes a Estefanía de los Santos.
¿Quieres saber en que lugar  se encuentra la ternura dentro de la más sangrienta batalla?: mira a los ojos de Estefanía.

"Como el toro he nacido para el luto 
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.

Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada, como el toro burlado, como el toro".

Gracias por lo negro dentro de tu infinito blanco, compañera.
Eres una auténtica Reina.
Te abrazo.


RETRATO A GUILLERMO CAMPRA

Con Guillermo coincidí muy poco en cuatro años de rodaje (la serie Aguila Roja). Creo que apenas tuvimos cinco o seis secuencias juntos, las suficientes para darme cuenta que este chico
se tomaba bien en serio la profesión de actor a pesar de su corta edad. En mi opinión, escuchar "de verdad" al otro actor o actriz durante la escena es el sello distintivo de un buen actor. La escucha real es complicada para muchos actores; muchas veces, en lugar de escuchar, los actores van repasando mentalmente su siguiente frase o parlamento y de paso cual será  la manera "correcta" de soltarlo cuando el otro actor termine lo que está diciendo: he ahí el principio de una actuación deficiente, el comienzo del desastre. 
Guillermo siempre escucha, siempre escucha y siempre ve con esos ojos como lunas que la naturaleza le ha regalado. 
Bienaventurados los actores que se esfuerzan en "ver" y en "escuchar" porque de ellos es el principio de la vida sobre las tablas.
Bienaventurado Guillermo Campra porque tuyo es el reino de la escucha.
Te abrazo, compañero.

viernes, 9 de agosto de 2013

RETRATO A MARIBEL VERDÚ

Siempre veo a Maribel a través de unos barrotes metálicos oxidados por el tiempo, como la veía mi personaje en las secuencias de la cárcel que rodamos en Las Bárcenas de Zaragoza para la extraordinaria película de Paula Ortiz "De tu ventana a la mía".  

Sus ojos siempre brillan, siempre, casi tanto como su energía. La energía de esta mujer es tal que todavía, tres años años después del durísimo rodaje de aquella película, algunas veces, en el momento más inesperado del día, me vienen al recuerdo imágenes como relámpagos de las miradas que me regalaba cuando oíamos el "¡¡¡¡acción!!!" de Paula Ortiz.


Esos ojos y esa sonrisa de niña (que ojalá nunca crezca) bien valen este retrato.


Gracias, Maribel, por tus sonrisas al caer el día y por regalar lo que regalas cuando lás cámaras empiezan a rodar.



RETRATO A FRANCIS LORENZO

Francis es un tímido desarmante, quizá uno de los actores más tímidos que yo haya conocido nunca; lo que hace de Francis un ser realmente adorable es el hecho de que toda esa monumental timidez la elabora, para comunicarse con los otros, en forma de bromas constantes. Francis no para, no para en los camerinos, no para en el set, no para en la calle...es un niño en el cuerpo de un hombre que grita a los cuatro vientos las indudables bonanzas de ser (como decía el maestro Dylan) eternamente joven: "Que tengas siempre cosas que hacer, que tus pasos siempre sean rápidos, que tengas las cosas claras cuando corran tiempos de cambio, que tu corazón siempre esté alegre, que siempre te rían las gracias, que siempre permanezcas joven, siempre joven, siempre joven, que siempre permanezcas joven.".  

Día de rodaje en la serie "Aguila Roja". He terminado mis secuencias, me dispongo a marchar a casa. Salgo del camerino y escucho grandes carcajadas...Francis está haciendo de las suyas. Las risas proceden de la sala de maquillaje, allá que me dirijo. Francis, sentado en el sillón de maquillaje, cuenta vete a saber qué aventura a dos de los actores de la serie...

YO: Francis, puedo hacerte un retrato cuando termines de contar lo que estés contando. Eres de los pocos que me falta por retratar...venga tío, tírate el moco...

FRANCIS: Claro que si, Álamo, dale, ya he terminado da hablar.

YO: Espera que apago la luz general...quiero retratarte a la luz de las bombillas del espejo. 

FRANCIS: Venga, dale,

Quito la tapa del objetivo. Francis piensa, su rostro se contrae y rápidamente dibuja una sonrisa de oreja a oreja. Sus ojos se achinan. 

YO: No quiero retratar al Francis que he oído carcajearse desde mi camerino, quiero retratar al Francis que me observa y escucha en silencio cuando estamos el uno frente al otro delante de las cámaras. Ese Francis en el que me pierdo o me encuentro cuando miro a sus ojos en el silencio del set de rodaje.

Francis deja de sonreir. Respira profundamente...contengo la respiración.
Aprieto el botón.

"Que crezcas siendo buena persona, que crezcas siendo fiel, que siempre digas la verdad y veas la luz a tu alrededor. Que siempre seas valiente y permanezcas firme y fuerte. Que siempre permnezcas joven, siempre joven , siempre joven, que permanezcas siempre joven".

Gracias, Francis, esta canción vuela para ti.

lunes, 5 de agosto de 2013

RETRATO A GREGORY BROSSARD

Gregory es actor, especialista, y un jinete extraordinario. Él me enseñó a montar a caballo; con ese arrebatador y dulce acento suyo me fue otorgando seguridad
y confianza sobre el animal en las numerosas clases de equitación que requerían para la serie "Aguila Roja". 
Recuerdo con estupefacción su destreza sobre el animal, pero sobre todo su manera de hablarlos, si, no es una metáfora: habla con los caballos o más bien les susurra, constantemente, cosas al oído, palabras que siempre tienen que ver con la tranquilidad, la afectividad y el sosiego. Juro que yo he presenciado a Gregory (en varias ocasiones) susurrar al oído del caballo durante un par de minutos y este (el caballo), despacio, casi a cámara lenta, en silencio, tumbarse a su lado como quien se acuesta placenteramente sobre un  cómodo lecho; acto seguido, Gregory, se tumbaba sobre el caballo, boca abajo, y respiraban y se sentían el uno al otro durante unos instantes.
Un par de años más tarde, el director de cine Roberto Castón me eligió para participar en su película "Los tontos y los estúpidos". El casting de la película ya estaba cerrado el primer día de ensayos, pero faltaba un actor para representar a uno de los personajes, seguramente el personaje más enigmático de la película: André, un estudiante francés, seductor hasta la médula, sexy, guapo, inteligente y culto, que a la manera de los dramas de T.Williams, llega de fuera para cambiar o revolucionar todo lo que hay dentro (en este caso las relaciones íntimas de toda una familia -Padre, Madre y dos hijas- ). Este personaje está presente en sus escenas pero la cámara nunca le enfoca, es decir, nunca se le ve en la película aunque esté ahí frente al otro actor o actriz. 
Durante ese primer ensayo, Roberto Castón me preguntó:

CASTÓN: Roberto, ¿tú no conocerás a algún actor francés con alguna de esas características?, y digo algunas porque asumo que encontrarlo con todas y cada una de esas características va a ser misión imposible.

YO: Asumes mal, querido Castón. Conozco a un actor francés que es seductor, sexy, guapo, inteligente y culto, y se llama Gregory Brossard.

CASTÓN: ¿Dónde puedo encontrar alguna foto suya?

YO: Si quieres te envío por mail el retrato que le hice en el camerino de Aguila Roja.

CASTÓN: Ok, envíamelo ¿Tienes su teléfono para llamarle ahora mismo?

YO: Sí. Déjame que lo busque en la agenda y te lo paso.

Castón le llamó y tuvieron una entrevista algunos días después. 
Quedó maravillado.
Gregory encarnaría a André. 

Durante los días de rodaje, cuando Castón decía "acción" y era Gregory el que hablaba...se generaba en todo el equipo un silencio extraordinario. Yo sabía que aquel chico francés, en la semioscuridad del plató y con las cámaras grabando, le estaba susurrando palabras de sosiego, tranquilidad y afecto...al mundo entero.

PD: Gracias, Gregory, por ser un excelente ser humano.

Te quiero y abrazo, amigo.




RETRATO A ALBERTO IGLESIAS

Alberto es un dramaturgo y actor absolutamente delicioso, doy fe, pero sobre todo es un extraordinario conversador y un ser humano realmente sensible a todo cuanto le rodea. Alberto y yo nos conocimos en los ensayos de "Un tranvía llamado deseo", un año más tarde volvíamos a compartir cartel en "De ratones y hombres". Desde entonces compartimos amistad y cierto arrebato por todo lo relacionado con la poesía (es decir, con la vida). 
Para este retrato (una hora antes de la representación en el Teatro Principal de Zaragoza) decidió ponerse mi gorra (bueno, la gorra que yo utilizaba para encarnar a Lennie) como -según dijo- homenaje a mi persona. 

Mi homenaje a ti, es este retrato, amigo mío.


Te quiero, Alberto.


domingo, 4 de agosto de 2013

RETRATO A ANTONIO BELART

Teatro Principal de Alava. Gira 2011 de "Un tranvía llamado deseo". Camerinos:

Antonio Belart entra en mi camerino:

ANTONIO: Robertito, aquí tienes tus pantalones recién cosidos. Tómalos Rey.

YO: ¿Estás bien?, tienes cara de cansado.

ANTONIO: Si, no estoy bien, la verdad.
 Ay, Robertito...mi abuelo murió ayer.

YO: Vaya, lo siento de corazón,  Antonio.

(Nos abrazamos)

ANTONIO: (cambiando de tema) Tienes que hacerme uno de esos retratos que haces tu, que ya me he enterado que se los has hecho a casi toda la compañía...menos a mi. 

YO: Bueno, pues ponte ahí en esa esquina y te lo hago ahora mismo.

ANTONIO: No, no, hoy no, que no tengo yo cara de retrato ahora mismo.

YO: Bueno, como quieras. 

ANTONIO: Es que si me retratas ahora...yo no sé...quedarme ahí parado delante de ti, en silencio...uffff...me vendría toda la emoción...no sé, Rey, no estoy bien...

YO: Regálame, si quieres, parte de esa emoción. Quizá te quedes algo mejor.


Antonio sonríe, se coloca en el rincón del camerino. 
Apago la luz cenital y enciendo la bombilla del espejo.
Antonio comienza a llorar.
Respiro, agradezco, contengo la respiración.
Silencio.
Aprieto el botón.


Gracias, Antonio. Nunca olvidaré esos cinco minutos de camerino y revelación.

Tu si eres un Rey.